martes, 4 de noviembre de 2008
La Estafa del Futuro
Publicado por Parkaboy a las 16:25 1 comentarios
Etiquetas: cifi, mundo, pensamientos
sábado, 25 de octubre de 2008
Neal Stephenson nos dice...
"No sólo no nos ofenden las imágenes manufacturadas sino que nos gustan. Prácticamente insistimos en ello. Estamos ansiosos por ser cómplices de nuestro propio engaño: por pagar dinero por el pase a un parque temático, votar a un tipo que obviamente nos está mintiendo o permanecer de pie sosteniendo la cesta que se llena de cosméticos."
"Cualquiera que crezca viendo la televisión, que nunca vea nada de religión o filosofía, se críe en una atmósfera de relativismo moral, aprenda ética viendo escándalos sexuales en el telediario, y vaya a una universidad donde los posmodernos se desviven por demoler las nociones tradicionales de verdad y cualidad, va a salir al mundo como un ser humano bastante incapaz. Y, de nuevo, tal vez el fin de todo esto es hacernos incapaces, de modo que no nos bombardeemos mutuamente con armas nuclear."
"La palabra, al final, es el único sistema para codificar los pensamientos - el único medio - que no es fungible, que se niega a disolverse en el torrente devorador de los medios electrónicos."
(de En el Principio fue la Línea de Comando)
Publicado por Parkaboy a las 17:55 0 comentarios
Etiquetas: cifi, cyberpunk, mundo, pensamientos
miércoles, 22 de octubre de 2008
La aguja se va acercando
Se ha colado en la red el segundo tráiler. Sin comentarios. Juzguen ustedes:
Publicado por Parkaboy a las 3:53 2 comentarios
domingo, 19 de octubre de 2008
Ojos que no ven
Lo más característico de la vida moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido. (George Orwell, 1984) Cada vez tenemos más cacharros a nuestra disposición (gadgets, que dirían los geeks más irredentos). Se supone que nos hacen la vida más fácil, pero lo cierto es que, bajo mi humilde punto de vista, lo único que suponen es un medio de control de masas que no tiene parangón en la historia de la sociedad humana. Ni siquiera Orwell en su profético 1984 llegó a imaginar las consecuencias de una red de espionaje de tal calibre. En cambio, Dan Simmons sí, en su magnífica Hyperion, primera parte de esa obra magna que luego se ha denominado los Cantos de Hyperion. Advierto que a partir de aquí la entrada rezuma spoilers. Para no extenderme demasiado, diremos que, desde el principio de la novela, vemos que todos los protagonistas, sin importar en qué mundo o en qué tiempo se hallen, portan unos cacharros llamados comlogs, con los que pueden acceder a todo, desde la dirección de alguien, a la hora en tal o cual planeta, o el tiempo que va a hacer, o leer libros, o llamar a alguien, o enviarle algo, o insertarse en una realidad virtual que simula tal o cual acontecimiento histórico, o bajarse un libro para imprimirlo cómodamente en casita… ¿les suena? Desde luego, todos los cacharritos de nueva generación que nos rodean mientras intentan ser clones bastardos del iPhone. Lo interesante de la novela es que todo se hace a través de la Esfera de Datos (una suerte de Internet mucho más evolucionada), y que, como se sospecha desde bastante pronto, ésta está controlada por las inteligencias artificiales del Tecnonúcleo, cuya localización desconocen tanto humanos como éxters. Más adelante, este dato será de vital importancia para la guerra que acaba estallando entre todas las razas sentientes de la galaxia. Este panorama, que ahora nos parece de perogrullo y totalmente carente de imaginación, era un pensamiento muy avanzado en la época en la que escribió la novela, en 1988, cuando ni Internet ni los dispositivos móviles estaban en el inconsciente colectivo. De hecho, ni siquiera los frikis de entonces estábamos muy seguros de que alguna vez fuera a darse un escenario que ni siquiera se acercara a lo que Simmons intentaba colarnos. Pero ya están aquí. Posicionándonos en todo momento, sabiendo a quién llamamos o qué nos descargamos, analizando nuestros gustos, escudriñando nuestros intereses… poniendo cercas al campo de la privacidad humana. Quizá esto tenga que ser así, y no hay más remedio. Estamos abocados a la Singularidad, tal y como la sociedad decimonónica tenía que acabar sustituyendo las calesas por coches de forma inevitable. Lo que a mí me preocupa es que el Tecnonúcleo estaba agazapado justo ahí, en los haces de transmisión, entre las llamadas y las consultas de datos, los foros y las votaciones. Sólo esperaba el momento de atacar, de cortar todas las comunicaciones y dejar aislada la sociedad humana. Sólo es un pensamiento.
Publicado por Parkaboy a las 14:43 2 comentarios
Etiquetas: advertencia, cifi, literatura, mundo
viernes, 17 de octubre de 2008
Escribir como un tigre
Me parece mentira que, casi veinte años después de que Mamá Bush y sus aburridas coleguitas republicanas, que de tartas de manzana sabían mucho pero que de follar más bien poco (uy, perdón, he pecado), tergiversaran un concepto legal decimonónico (la primera sentencia emitida en los Estados que cita la expresión "políticamente correcto" data de la última década del siglo XIX), sigamos bailándole el agua a los gringos y entrando por el aro. Llamamos a los pueblos de piel de ébano "personas de color (¿de qué color? Negro, supongo)", o, peor, afroamericanos, como si sólo hubiera gente de esa raza en los USA y no en prácticamente todos los rincones del planeta. Seguimos subidos al carro de politizar el lenguaje y duplicar cada palabra que pueda tener dos géneros (en nuestro idioma, la mayoría de ellas). Nos obligan a evitar las palabras malsonantes en público, aunque en privado nadie se corta un pelo en soltar las barbaridades que pueda y más. Evitamos los chistes que hagan alusión a nuestras medias naranjas y sus progenitoras (id est, parientas y suegras)... por no mencionar el bochornoso trato a los gays, cuya sola sobreprotección social ya me parece una discriminación per se, aunque sea positiva. Y así podríamos seguir hasta la saciedad, porque las imbecilidades se superponen unas a otras en plan colmenario...
No me molestaría tanto esta situación, visto que de puertas para adentro hacemos lo que nos viene en gana, si no fuera porque constriñe al arte en general, y a la literatura en particular, inclúyanse aquí tanto las narraciones en palabras como en imágenes. Crear hoy en día es subyugarse a un millón de reglas no escritas que van colocando murallas a los caminos de la imaginación, colocando letreros de "NO PASAR", y cerrando paisajes a los ojos de una amplia parte de la población que debe ser protegida a toda costa de influencias desagradables y/u obscenas. A saber: niños, niñas, mujeres (embarazadas o no), discapacitados psíquicos o físicos (da igual que sólo sean leves: entran en el mismo saco), minorías étnicas (el cálculo de la minoría... ¿cómo se realiza? Porque, por poner un ejemplo, yo sería minoría en Zambenwe, creo), sexos marginales (gays, lesbianas y onanistas), bichos en peligro de extinción, y un largo etcétera de seres vivos, no todos necesariamente pensantes.
(En realidad, ahora que lo pienso, si exceptuamos a los machos blancos heterosexuales, el resto de la sociedad humana está bajo la protección directa de lo políticamente correcto, ¿o no? Tendré que reflexionar con más tiempo sobre este corolario)
Esto, que la mayoría de los escritores no suelen tener en cuenta, sí que es un quebradero de cabeza para las editoriales y productoras, que, al fin y al cabo, son las que mueven la pasta. Así, vivimos unos tiempos en que las estanterías de los megacentroscomerciales (en otro lado apenas se venden libros) están plagadas, por lo general, de literatura de plástico perfectamente masticada para que las especies protegidas no tengan una indigestión. Y qué decir del cine. Sin comentarios, ustedes me entienden: remakes (políticamente correctos) y guiones insulsos que, encima, están adobados por la típica doble moral yanqui y, que, por supuesto, acaban con la dosis necesaria de Moralina 500 mg. a la que todos estamos, desgraciadamente, acostumbrados. Sencillamente demencial. Me pregunto muchas veces qué habría sido de gente como Bukowsky, John Ford, Groucho Marx... incluso Shakespeare (¿Lady McBeth pidiendo que la despojen de su sexo? No, ni hablar, amiguete...) si hubieran tenido que realizar sus trabajos en esta época oscura del arte.
Llegados a este punto, supongo que el sufrido lector se estará preguntando: Vale, pero, ¿a qué viene este rollo?
Viene a que, muchas veces, mientras escribo, tengo la impresión de que soy un tigre atrapado en una jaula de cristal, una fiera que puede ver el mundo a su alrededor, que de hecho lo percibe tal y como es, pero que no puede atrapara esas imágenes entre sus garras. Hace un rato, antes de empezar a soltarles este rollo, me encontraba escribiendo una escena en la que mi protagonista, un tipo de los bajos, bajos fondos, llega a la mansión de alguien que es todavía más bajo (éticamente) que él. El chaval se encuentra de pronto a la vera de una piscina de lujo (lo han llevado allí prácticamente a rastras) para entrevistarse con El Hombre. Éste resulta ser un anciano cargado de lujo (se ve, se palpa en el ambente) que está sentado en una hamaca, desnudo. Entre sus piernas hay una mujer despampanante que le está haciendo una fellatio. Durante toda la escena que relata la conversación ente ambos, llena de palabras y expresiones malsonantes (son hampones, para empezar ni siquiera sabrían expresarse con corrección), ella no ceja en su empeño, nunca le vemos la cara, y El Hombre ni siquiera parece prestarle atención, para él es como si sólo fuera otro elemento más del mobiliario. Hagan números y díganme cuántas reglas de lo políticamente correcto he transgredido en apenas dos o tres páginas. ¿Creen que algún editor de una compañía puntera consentirá, en caso de publicarse, que esos párrafos permanezcan ahí? Yo creo que no. Pero el caso es que, como el destape en sus inicios, esa escena está ahí por necesidades del guión. En caso contrario, ni siquiera habría salido de las teclas.
¿Cuántos ejemplos como éste, y seguro que mucho mejores, se habrán quedado en cuartillas olvidadas y en carpetas de discos duros que nadie va a leer nunca? Seguro que muchos, muchísimos.
Quizá deberíamos liberar a los tigres. Sin compasión. Es posible que aún estemos a tiempo.
Publicado por Parkaboy a las 15:43 7 comentarios
Etiquetas: cine, literatura, mundo, politicamente correcto, relatos
La Alicia Más Oscura
Publicado por Parkaboy a las 9:10 2 comentarios